Quien pide tiempo sabe el valor del tiempo.
Quien cede el tiempo entiende que aún
en la bancarrota de los sentimientos
queda la proyección de una sombra,
su sombra;
y la pregunta
sin respuesta
por el error.
Otra vez.
Transformarse en reloj
la desgracia más dolorosa;
los días cómo ofrendas a la razón
único gesto de audacia ante la imposibilidad
de otra cosa.
Porque sabiendo lo que nos da la memoria,
resisto a esa máquina cuerpo y alma,
construida de fragmentos de lo inabarcable,
parte en el placer de los actos repetidos
parte en la verdad que niega todo espejo.
Otro recuerdo, ayer mismo, otra vez.
tentada por el hacer de lo incompleto.
Triste imaginación consuelo idilico.
El conocimiento en la duda. La duda, el conocimiento:
espacio de invención de los valores y del sinsentido,
encanto de la posibilidad y el perdón...
Quisiera poder saber la verdad pero sólo tengo
un desencanto de abismo.
Otra vez.
Yo tuve el secreto de los días y creí comprender
(tonto iluso, no basta con sólo ser!)
Y aunque ahora sólo contemplo palabras (que escribo)
es mi ofrenda a la sinrazón que transformada
no me detiene ante la marcha hacia el desvanecerse.
He aquí el retorno de lo trágico.
Prepararse para el comienzo si aún haber terminado.
1 comentario:
Lo bueno es que el término lo pone uno. Me gusta mucho como escribís, se nota que tenés buen dominio de la expresión.
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