Las desventajas necesarias del azar
para la concreción de un todo
más el simulacro que festeja espejismos
donde no hay diferencia entre lo cercano y lo mutilado.
Acto primero, los elementos mutuos
de la máscara doble de un teatro de signos.
Las afinidades electivas
el arduo trabajo de la iniciación de semejanzas
allí en el desierto y la marea.
Acto segundo, una mano en el cabello
requiere de la atención de un santo que desea ser ciego.
Siempre estuvo bien ese clamor, la calma
aún cuando el silencio fue ventaja sobre la inocencia
quedó el rastro inmune
fantasma querido abrazado en un precipicio
para convocar el retorno esperanzador
de las palabras y los gestos que crearon el mundo.
(Inusual e idealizado)
Acto último, donde un perro mecánico se reconoce efímero en su sueño y sufre:
¡No desees! Acaso aún deseas? Le dice su amo imaginario.
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